martes, 28 de septiembre de 2010

Mantener a los nuestros



"Es que nosostros también fuimos emigrantes..." Claro, y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta...

Nuestros antepasados, los que se fueron a Suiza, Alemania o Francia, ésos sí fueron emigrantes. Dejaron tierra, mujer, hijos, padres y pertenencias con un solo afán: trabajar.
Y trabajar de sol a sol (aun sin verlo durante todo el día) en industrias, campos, fábricas...siempre con la mirada puesta en lo que dejaron atrás, siempre con ganas de volver, todos los días esperando una carta, en la que , con letra temblorosa, y alguna que otra lágrima seca en el papel, su parienta le recuerde que le esperan, que le quieren, y que el pequeño de la casa ya anda tímidamente y balbucea todo lo que puede.

Y muchos volvieron, con la misma promesa con la que salieron: mantener a los suyos, allí o aquí, da igual, mantener a los suyos...

Ahora, el valor de aquellos españoles, el sufrimiento de sus familias, las jornadas interminables en sótanos negros como su anhelo, el recuerdo perenne de un calendario en el que tachar días para volver a casa...Ahora, todo eso lo utilizan nuestros políticos y nuestros "progres chupiguays" (progres de chaquetilla) en defender a los que, como nosotros, se dejaron casa y tierra atrás y que, con sueños en los bolsillos proporcionales al hambre, han venido a nuestro país a ganarse un derecho y una responsabilidad. Hoy, 60 años después son ellos los que tienen las dificultades acuciantes, (cada fulano españolito de a pie también tiene las suyas), y el objetivo es el mismo, una y otra vez, mantener a los suyos...

Pero, ¡Ay amigo! Que no nos confundan, que en ese saco de amparo y de integración estamos metiendo manzanas podridas. Que el amiguito que viene a poner a la familia a mendigar mientras él supervisa y pone la mano, el que se niega a conformar sociedad y no pretende más que la imposición de su costumbre al grito de una demagoga integración que se le niega, el que no se apoxima al trabajo como el que huye de la peste, el que delinque y no es apenas enjuiciado por no constar en ningún censo (ni ganas), el que mira desafiante y busca la trampa, ése, ése no es inmigrante, ése es un ruín y un despojo. ¿Y si a nuestros españoles que emigraron les hubiera dado por ensalzarse en pícaros y truhanes, hubieran durado mucho en sus destinos?.
Pero cierto es, que siempre pagan justos por pecadores, y que suelen ser más los que cargan con el peso del rechazo social sin merecerlo...Y es que en este 13 rue del percebe que es España, cada vez hay más ladrones que ya no solo viven en la buhardilla, pocos se esconden ante tal impunidad y manga ancha, y cuidado del que proteste, porque ese será un fascista, racista y demás lindezas de verbo rápido...

Medidas tan poco populares como las de Sarkozy son fruto de la desesperación de muchos y muchos ciudadanos que aguantan estoicos las acometidas de los vándalos de fuera, como si no tuvieran suficiente con los que han sido amamantados desde pequeños por los senos de su misma patria. Hartos, aplauden (tímidamente, por lo que les pueda pasar) decisiones tremendistas pero efectivas. Y no hay mejor demostración de demagogia barata que la que se vive en el Parlamento Europeo:
- Señor Sarkozy, sus medidas de expulsión son asemejables al exterminio nazi...
A lo que mi "primo Nico" responde:
- ¿Sí? ¿los quieren acoger ustedes?

Y el silencio...